Hace tres años estábamos en jaque: sin trabajo, con dos hijos pequeños y hasta el cuello en deudas. Catherine pasaba largas horas en una oficina como abogada, yo sin rumbo, y el dinero apenas alcanzaba. El tiempo en familia era un lujo… y la esperanza, escasa.

Hasta que vimos personas ganando por internet. Dudamos. Pensamos que eso no era para nosotros. Pero cuando no tienes nada que perder, solo te queda mover una ficha.

Tomamos acción, con miedo, pero con hambre de cambio.

Hoy hemos generado más de $250,000 desde casa, sin invertir en publicidad, solo recomendando productos digitales. Y lo mejor: hemos ayudado a más de 800 personas a hacer su propia jugada maestra.

No fue suerte. Fue estrategia. Y empieza con una sola decisión.